Julian Assange y la revolución que no acaba.

Foto de Assange

Todo se gesta en la forma en que se han venido nombrando a las cosas. Cuando gracias a Wikileaks el mundo conoció una infinita cantidad de documentos ocultos que hasta entonces no podían siquiera ser pensados, se declaró también una guerra.

La declaración era directa, precisa, subversiva y fugaz. Un rizoma virtual comenzó a desenfundar las armas con las que contaba para desestabilizar el orden global desde lugares a-tópicos. A una revolución que había comenzado quizás desde hace dos siglos y que ha venido diversificando su cuerpo y su lenguaje, se le otorgó un nombre cuyo objetivo era el del control, el de la identificación y el reconocimiento de un enemigo común: Assange.

El enemigo – en otro tiempos el bárbaro- no era el tan afamado «otro» que el capitalismo más acabado ha tomado como insignia; era el o los reveladores de la secrecía política global. Lo oculto se difundió sin saber de dónde ni cómo. Deleuze, el filósofo del rizoma, propone no sembrar, no ser parte de lo uno sino ser multiplicidades. En efecto, ésta es más difícil de atrapar, mucho más compleja es la posible comprensión de lo que se difumina y multiplica.

El temor de las grandes potencias mundiales ve su origen en el resquebrajamiento de sus unidades particulares: de raza, de poder económico, político o bélico. Todo ejercicio de poder -cualquiera que sea su forma- es unívoco, unitario, unilateral. Wikileaks es, por otro lado, el ápice de un camino distinto para la insurrección, la resistencia y el anhelo por la verdad -es decir, el develamiento y descripción de todos los colores del caleidoscopio.

¿Qué decir de la detención del nombre -solo y únicamente del nombre hombre- Assange? ¿Que se atenta en contra de la libertad de prensa y expresión? Habría que resolver la cuestión apelando al principio de la multiplicación de los entes y nombres. ¡No! La libertad de prensa o expresión no se verá coartada con el afán vanidoso de quienes pretenden ostentar el poder en la más antigua de sus presentaciones.

Assange se ha multiplicado. Assange se ha diversificado. Assange se ha vuelto pluricelular. Assange nunca acaba. Assange nunca comenzó.


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Publicado por Diogenes Laercio

Estudié Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM. Cursé parte de la licenciatura en Letras Clásicas. Me dedico a la creación de contenido en redes y invito a todos a filosofar. He creado el podcast Filosofía en voz de Diógenes, Librería Rizoma en Instagram y el Proyecto de Divulgación de filosofía con el fin que el conocimiento esté más cerca de todos.

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