Tercera clase del curso de Introducción a la Filosofía. Sesión 3.
Bienvenidos todos a esta nueva sesión en la que apenas podremos hablar de Pitágoras y de su filosofía. La dificultad en torno a este filósofo reside en que su propuesta es oscura y antes que constituir una postura filosófica, es parte de una visión religiosa atravesada por la filosofía o de la filosofía tratando de alcanzar el litoral de la mística.
Lo que me parece más importante a destacar y que no es un mero dato curioso, es que fue Pitagóras el primero en nombrarse a sí mismo filósofo y hacer mención de la filosofía como tal. Hecho que no puede ser menor, si consideramos que la figura del filósofo comienza a dibujarse, desde entonces, con los colores de la rareza, la autenticidad, el asombro y el afán por el saber mismo. Tal vez Pitágoras pretendió distinguirse de los demás y dejó, para los anales imperceptibles de la historia, la previsión de una actitud sin parangón en el porvenir: la del filósofo.
«Tras quedar admirado León del talento y elocuencia de Pitágoras, le preguntó en que arte confiaba más, a lo que este replicó que no conocía arte alguno, sino que era filósofo.»
Frag. 261
Hegel ha escrito en sus Lecciones sobre la historia de la filosofía qué es lo que podemos ver en Pitágoras desde nuestra perspectiva:
«Su figura aparece ante nosotros adornada con todas las cualidades de la magia, como una mezcla de dotes naturales y sobrenaturales, como un revoltijo misterioso de turbias y confusas representaciones imaginativas y de sueños absurdos propios de cerebros trastornados.»
Hegel, G. W., Lecciones sobre la historia de la filosofía, FCE, México, 2012, pp. 179.
Y en lo que respecta a la actividad filosófica se puede leer:
«En efecto, así como allí andan por todos lados los hombres que poseen diversos propósitos […] El más puro es ese tipo de hombre que se muestra en la contemplación de las cosas más bellas, al que corresponde el nombre de filósofo.»
Frag. 264
Pitágoras es célebre por sus aportaciones a las matemáticas, pero además de eso, en el ámbito de la filosofía es interesante porque fundó una secta, o mejor dicho, una escuela en la que se pretendía enseñar la filosofía desde niños y que terminó incidiendo en la idea de la educación griega, alcanzando incluso la Academia platónica.
Hay que precisar en torno a esto último que se sabe que los pitagóricos tenían un estilo de vida cuyo principio era el de la transmigración de las almas y en el cual la existencia era situada como en un proceso de purificación. Las actividades que dirigían dicho proceso eran la filosofía y las matemáticas. Aunado a ello, se propiciaba la amistad y la hermandad universal. Como se puede ver, la propuesta de una vida filosófica no se encontraba separada radicalmente de la vida que hoy llamaríamos académica.
Mientras en la parte oriental del mundo griego los jonios estaban absorbidos en los intentos de una explicación científica de la universo, en la parte occidental los pitagóricos enarbolaban el ideal de la filosofía como una guía para la boda, y la hermandad filosófica como una orden religiosa.
Guthrie, W., Los filósofos griegos, FCE, México, 2010, pp. 31
En lo que respecta a la idea de la amistad es interesante pensar que, a lo largo de la historia, hubo en la filosofía una tendencia importante por establecer lazos de amor que propiciaran la reflexión entre quienes eran parte de una escuela o una visión de la realidad. En este punto quisiera decir, a manera de opinión, que no hay un supuesto ético de mejor calibre que el de la amistad como eje de la relación con los demás y del saber. La amistad supone siempre una relación de igualdad y prescinde de la autoridad.
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