Hace tres días intempestivamente he tenido fiebre durante la madrugada. El sueño se me escabulló del cuerpo mientras giraba y giraba a lo ancho de la cama. Después de un sinnúmero de vueltas sobre el eje de mi insomnio ha amanecido. Más tarde la necesaria visita al médico y el diagnóstico fue una postergación a cinco días de COVID. Unos cuantos medicamentos hasta el día cinco para poder ver la evolución.
Un día y medio después, un dolor insoportable en la garganta, ningún otro malestar ya, pero bastaba con esa sensación de rasposidad a lo largo de la tráquea y con la imposibilidad de ingerir cualquier alimento que me hizo visitar al médico otra vez. Otro diagnóstico, otros medicamentos. La mejora parece no llegar jamás, el dolor continúa casi idéntico y, de vez en vez, me quedo pensando quién sabe qué. ¿Pero qué tiene que ver todo esto con la filosofía?
Desde el inicio de la pandemia la filosofía no hecho más que avivarse, cada nueva noticia al respecto de nuevas variantes, cifras, enfermos, desesperanza, etc., logran traer a cuenta subrepticiamente sus conceptos, sus múltiples ideas sobre las cosas. El dolor -mínimo dolor el mío si lo comparáramos con otros mucho más profundos- es una especie de reencuentro con uno/a mismo. He guardado silencio como en un intento por disminuir sus efectos sobre mi carácter y he hecho lo propio dictaminado por los médicos para contrarrestarlo.
Hay algo en el cuerpo que lo hace mantenerse, el connatus lo denominaba Spinoza, cada cuerpo resiste en su ser. Ahora pienso que esa resistencia en los cuerpos vivos es biológica y ontológica. El cuerpo vivo encuentra los medios para adaptarse a todo lo que esté al alcance sus facultades; es una cuestión ontológica porque esa fuerza parece serle inherente, su cualidad inmanente.
La incertidumbre es impensable toda vez que se tenga en mente a Epicteto y su primera máxima: lo que no depende de ti es inabarcable: la incertidumbre de algún modo está relacionada con el intento del individuo por suponer que la certeza es preferible, pero en este cotexto de enfermedad lo adecuado es aceptar los sucesos como suceden. No sé si mañana este dolor habrá disminuido, mientras tanto es preciso aceptar que es de ese modo.
Hay algunas otras cosas que he pensado relativas a ciertas ideas filosóficas, todas concernientes a la propia vida, a la experiencia vital, la cercanía con los otros y la fragilidad humana. He escrito esto con el afán de dejar un testimonio de estos días.

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