Las redes sociales son el sopor de toda una generación de jóvenes en el seno de la desesperanza. Abrieron la puerta a la ilusión y la fantasía, delimitaron la experiencia de lo real y definieron el curso de una obra teatral plagada de perversiones.
En Instagram las celebridades exacerbaron hace algunos años la idea de la cercanía que se podía tener con ellos y ellas a través de los post sobre su vida cotidiana y la fugacidad de las stories era la constatación de que vivíamos a su ritmo, comíamos y comprábamos acompañándolos.
A medida de que esa proximidad se acrecentaba hasta alcanzar casi la intimidad, el valor de un post y una historia aumentaba también en su aspecto monetario. La comercialización del contenido de los influencers, de sus vidas, de su perspectiva del mundo, sus creencias, etc., no era suficiente cuando todavía quedaba una parte de su individualidad no monetizada.
Sobre todo, porque los influencers eran el paradigma de lo deseable en los distintos niveles de la vida. Lo no monetizable todavía por las redes sociales más populares fue tomado por una plataforma de pornografía personalizada: Only fans.
Only fans es el nombre de una apuesta, una especie de desafío y una provocación.
Diógenes Laercio
El verdadero fan, el idólatra del morbo del influencer de su preferencia, es el único que puede acceder a lo que no es visto por todos y a lo que los algoritmos prohiben.
De pronto, la dinámica de lo morboso toma forma y valor. Se alienta el fetichismo según la exigencia frustrante de un perverso que mira, que fantasea al margen de un contenido audio visual creado especialmente para él o ella, mas el deseo jamás será satisfecho.
Pero en la dinámica de Only fans la perversión se juega en los dos sentidos, del que crea el contenido y del que lo consume. No hay víctimas ni victimarios: uno ha cifrado su fetichismo en el dinero que genera con las partes de su cuerpo al descubierto, el otro lo transcribe en sus auto tocamientos, en su lealtad hipócritamente construida al margen de su propio deseo.
Ni el uno ni el otro consiguen lo que quieren, siempre están un paso más allá de lo deseable y del deseo, de ahí que vivan en la frustración de las cosas y del sexo.
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