Quizás sólo ha sido a lo largo de las últimas dos décadas en que la idea de pensar se ha vuelto parte de una propaganda de remitente desconocido. Con el auge de las redes sociales y el internet la exigencia de pensar más y de forma crítica es requisito indispensable de la posmodernidad. Incluso los planes de estudio oficiales aluden a ello y el intento de pensar se difunde como ideal pedagógico.
Sin embargo, nuestro conocimiento en torno a las razones que se aducen para defender la hipótesis del pensar nos son desconocidas y, al mismo tiempo, no bastan aquellas que sitúan al pensamiento fuera de la inercia de la historia global. Inercia dentro de la cual se juega la existencia individual al margen del azar de la economía, la sociedad o la cultura.
En ese contexto la invitación a pensar supone la configuración de un mundo dividido platónicamente en apariencias y verdad, interioridad y exterioridad, velocidad y quietud de lo existente, y todas las divisiones ontológicas posibles. No obstante, el sujeto pensante no sabe cuál es su marco de referencia, la inercia de la cultura lo ha llevado a considerar que el único criterio aplicable es el de sí mismo.
En ese sentido, el pensamiento queda encerrado en el laberinto de Minos no sólo porque no se puede salir de él, también porque todo lo existente, la realidad palpable se considera como tal siempre que la referencia a ella sea el interior de ese universo de caminos infinitos.

Los celos, el resentimiento, el odio, el amor, la empatía, el miedo y todo lo que el individuo experimenta está justificado desde el solipsismo. De ahí que la relación con los otros, con lo real, nunca puede verse llevada a buen término. Hegel, le denominaría a este estadio del pensar, la conciencia ensimismada en tanto piensa, pero solo hacia sus adentros.
Es en este punto en el que pensar es síntoma de una patología. En este sentido Byung Chul Han ha dicho que nuestra época está orientada al exceso de positividad. Encerrados en sí mismos los individuos no logran una relación entre el pensamiento y la realidad. Lo cual es problemático, si consideramos que es el pensamiento lo que posibilitó el conocimiento del mundo exterior en tiempos remotos.
Si algo hemos de buscar cuando pensamos, es correspondencia de la idea con la materia.
Descubre más desde Diógenes Laercio | Filosofía
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.