Cuando se piensa en filosofía mexicana existen nombres que resuenan y que son conocidos por todos aquellos que tienen un mínimo conocimiento del cultivo del pensamiento en México. Desde Vasconcelos hasta Beuchot los rasgos del amor a la sabiduría han sido diversos, a veces se han vuelto planes de gobierno, proyectos de nación, o se han burocratizado lo suficiente para devenir en comentarios académicos ultra especializados.
A pesar de todo, la filosofía como reflexión sobre el presente se ha mantenido de pie, ha trascendido sus determinaciones al margen del poder o de la academia y no ha dejado de deambular por las calles tratando de resolver aquellas cuestiones que inquietan a quienes son parte de una época.
En ese contexto la figura de Carlos Monsiváis, quien hasta hoy sigue siendo calificado como el gran cronista de la Ciudad de México, representa bien aquello hacia lo cual el filósofo debería avocarse. A saber, el dar razón de las cosas, la conceptualización de asuntos inmediatos, la configuración de un orden de ideas que permite dar cuenta de cómo y por qué estamos aquí, de la valoración moral y los motores de la historia, etc.
No obstante, la ausencia de una obra única y sistemática de Monsiváis, la falta de referencias exclusivas y directas a la tradición filosófica y sus problemas, el estilo de sus ensayos y los temas nos harían suponer que no hay ninguna filosofía lo suficientemente desarrollada. Pero suponer que existen criterios que definen lo que es y no es un ejercicio filosófico verdadero es arbitrario y delimita el ejercicio mismo del pensar a un canon posible de autores, referencias, temáticas y conceptos.
La obra de Monsiváis se sitúa en un terreno distinto al de los grandes sistemas, a pie de calle elige sus tópicos, crea sus conceptos, da sus explicaciones, elabora su crítica de lo real. La crónica es el pretexto para hacer patente la filosofía, pero en tanto que su objetivo no es el de los sistemas, no hay un tejido conceptual explícito, es necesario indagar cuáles son los hilos conductores dentro de los textos. Empresa que no ha sido todavía puesta en marcha y que está pendiente de ser descubierta.
Lo que hace a la obra de Monsiváis una filosofía es el entramado conceptual inexplorado, los sitios de donde parte para tomar la palabra y hablarnos de nosotros mismos.

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