La Fenomenología del espíritu
La obra del filósofo G. W. F. Hegel suele ser considerada de muy difícil comprensión por el lenguaje que utiliza, el modo en que expone los temas y lo oscuro de sus expresiones. De ahí que llevar a cabo la lectura de alguno de sus textos suela exigir siempre un trabajo de interpretación. La Fenomenología del espítitu es una de las obras que ha sido más comentada por célebres filósofos, sociólogos y humanistas, y generalmente despierta interés el deseo de saber qué es lo que el filósofo quiso decir.
Se trata de una obra prodigiosa, sosprendente, única en su género en la literatura filosófica: un texto de una rica diversidad de contenido en el que los temas más variados se entremezclan borracamente, sin dejar de constituir los elementos o los grados sucesivos de un desarrollo de único y sistemático.
Luis Eduardo Gama, Presentación, Fenomenología del espíritu, 36 p.
De ahí que haya decidido mostrar algunos de los apuntes que he tomado para emprender una hazaña intelectual como la de adentrarse en los caminos hegelianos de la comprensión del mundo.
En primer lugar me parece muy importante considerar el contexto en el que el libro fue escrito. Se sabe que con la Fenomenología el filósofo concibe la posibilidad de construir un sistema filosófico completo y que es una de los textos de juventud caracterizado por la premura del filósofo para lograr inscribirse en el ámbito intelectual de su tiempo en el que nombres como los de Schelgel y Fichte eran ampliamente conocidos e influyentes.

Bajo esa circunstancia no debería precernos raro que la obra tenga el afán de ser grandiosa y que, por ejemplo, la noción del sistema de la ciencia, como lo denomina el filósofo, tenga que ser un conglomerado de saberes que se relacionen, confluyan y se complementen mutuamente.
Parece claro que el sistema no representa una pura configuración unitaria de conceptos, sino ante todo una unidad orgánica y viva que no reposa en un plano abstracto a los asuntos humanos.
Luis Eduardo Gama, Presentación, Fenomenología del espíritu.
Por otro lado, Hegel concibe su filosofía como un ascenso constante, un despliegue casi infinito que se habrá de concluir en el espíritu absoluto. La Fenomenología ha de leerse al margen de esa idea del despliegue en la que lo que está en juego es la conciencia, a la cual hemos de entender como la condición de posibilidad del conocimiento humano que se ha desarrollado a lo largo de la historia de la humanidad.
Si nos imaginaramos una línea temporal y concibiéramos que tiene una dirección ascendente y continua, la conciencia es aquello que ha sido capaz de dar pasos, a veces pequeños, otras tantas agigantados, al interior de ella y siempre descifrando de mejor modo las cosas, lo existente. De ahí que Hegel aluda la noción del Espíritu, entendiendo a éste como aquello que posibilita el pensar mismo, la actividad del pensamiento y la forma en que establece relaciones con la realidad. El espíritu no es el alma, no es un atributo de la divinidad, es el ejercicio del pensar.
La Fenomenología originalmente se tituló «Ciencia de la experiencia de la conciencia.»
Doxrud, Jean, Breve introducción a la filosofía de Hegel, 37 p.
Aunado a lo anterior, podríamos decir que la noción de la conciencia puede asimilarse a la idea del sujeto de conocimiento, o como sostendría Jean Hippolyte:
Una «Bildungsroman», una suerte de novela de aprendizaje donde el protagonista era el Espíritu.
Citado por Jean Doxrud en Breve introducción a la filosofía de Hegel, 37 p.
En ese sentido, quizás una de las dificultades más evidentes es que en nuestra época no se piensa al margen de la noción de un sistema complejo, sino más bien en el sentido de la particularidad de los saberes que no se relacionan entre sí, mucho menos cuando de filosofía se trata. La Fenomenología nos adentra en una forma de comprensión del mundo que no es común hoy, talvez tampoco lo fue en su época, el lector debería tener en consideración esa otra perspectiva.
Descubre más desde Diógenes Laercio | Filosofía
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.