¿Vivir de la filosofía? ¿Es posible?

Hasta hace unos años, cuando recién cumplía con las últimas asignaturas de la carrera, creía que la filosofía me haría morir de hambre (risas). Las esperanzas se cifraban en encontrar un empleo como maestro en alguna institución educativa pública o privada, o en el mejor de los casos podría acceder a la maestría y, finalmente, obtener un lugar en la facultad. Ninguna de esas cosas sucedieron.

¿Qué es olvidarse?

Han de imaginarse cuál era la frustración que sentí al darme cuenta de que la realidad se contraponía con violencia a mis expectativas. Busqué lugares en los cuales trabajar, escuelas, editoriales, estaciones de radio, oficinas administrativas, ventas, etc., pero ninguno me hacía sentir satisfecho. No me imaginaba a mí mismo durante años realizando actividades sin importancia para mí.

Pasé de la frustración a la tristeza y de esta a la desesperación. Poco faltó para que mi cerebro loco albergara ideas autodestructivas. Los libros habían quedado olvidados en los libreros de mi recámara, solo mirarlos era el sinónimo de mi inminente fracaso. Sin trabajo y sin dinero todavía quedaba en mí el afán de reflexionar sobre lo que estaba pasando.

De pronto, en esas reflexiones azarosas me di cuenta del fondo del asunto: hubo un momento en que yo me había olvidado de mí mismo. ¿Qué es olvidarse? ¿Qué es perder el hilo de lo que uno es? Me había olvidado porque la marea me estaba llevando a las aguas de las que uno jamás puede escapar: los otros.

Esos otros que no son nadie, sino la dinámica de la masa, de la muchedumbre, del hacer las cosas por hacer, del silencioso conformismo y la derrota por no poder ser.

Fue hasta entonces que, sin nada qué perder, tomé el último recurso posible y al que nunca antes pensé mirar, las redes sociales y su fluir infinito. Con mi celular grabé mi primer podcast, tomé las primeras fotos de lo que sería una librería virtual y esperé. Por fin un atisbo de lo que yo era. No podría decir con exactitud qué sentí cuando hablé a un público fantasma, pero volví a ver vivo a quien estuvo moribundo meses enteros.

Vendí libros, el podcast se escuchó más allá de mis fronteras, recibí por primera vez un mensaje de una chica desde Canadá y decidí no volver jamás a ese laberinto del olvido de uno mismo. Cifré todos mis esfuerzos en mí mismo, lo demás vendría después. Y así fue, hoy puedo decir que gracias a ese reencuentro conmigo, con la filosofía y los libros es que estoy aquí. ¿Se puede vivir de la filosofía? Pregúntamelo a mí.

Quise tener mi propia foto pensando


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Publicado por Diogenes Laercio

Estudié Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM. Cursé parte de la licenciatura en Letras Clásicas. Me dedico a la creación de contenido en redes y invito a todos a filosofar. He creado el podcast Filosofía en voz de Diógenes, Librería Rizoma en Instagram y el Proyecto de Divulgación de filosofía con el fin que el conocimiento esté más cerca de todos.

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