La guerra y la filosofía

Hay que convenir en que la guerra arrastra en su séquito la peste y el hambre.

Voltaire

Hasta hace unos meses la humanidad se había mantenido en relativa calma. La aparición del virus Sars-cov-2 ocultó por momentos el afán bélico en los seres humanos. Hoy en Europa del Este, en las fronteras de Ucrania y Rusia se vive una tensión que hasta hace algunas décadas no se sentía. Sobre todo, porque los países involucrados en la llamada escalada cifran sus amenazas en la invocación de lo nuclear.

Se sabe bien a qué se refieren con eso. El armamento nuclear es el paso más allá de la razón. Podríamos decir que su uso, la implementación de un combate de esa magnitud, con esas herramientas de destrucción, es posible solo gracias a la idea que subyace a nuestra cultura en torno a lo que aquí denominamos la supra racionalidad.

Hay que entender por ello, la puesta en marcha de toda capacidad racional, de toda ciencia posible, de todo cálculo y proyección al margen de la auto aniquilación humana. Hobbes había creído que el enfrentamiento es propio de una fase anterior al desarrollo de la civilización; Voltaire alude a la guerra como sinónimo de la animalidad; la Ilustración enarboló a la razón como el eje fundamental del progreso, la libertad, etc.

La filosofía que fue testimonio de los conflictos del siglo pasado realizó un análisis profundo sobre el modo que se instituyó la cultura occidental. La universalidad del ser, su univocidad; la idea de la razón y su aplicabilidad al conocimiento científico y técnico; la identificación entre el carácter político de la razón y su carácter instrumental, etc., son los motores que subyacen al racismo, la intolerancia, la guerra.

Lo que sucede del otro lado del mundo no es poca cosa. Un conflicto que pudiera desembocar en la activación de ese mecanismo absurdo pondría en tela de juicio, una vez más, el nudo que sostiene la cuerda floja de lo humano, sus conceptos, sus ideas, su comprensión de la realidad.

La reflexión filosófica ha llegado tarde, siempre es tarde para ponerla en marcha en circunstancias de carácter inmediato, como la guerra, pero llega justo a tiempo para ofrecer a la humanidad una alternativa posible de comprensión del porvenir.

¡No a la guerra!

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Publicado por Diogenes Laercio

Estudié Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM. Cursé parte de la licenciatura en Letras Clásicas. Me dedico a la creación de contenido en redes y invito a todos a filosofar. He creado el podcast Filosofía en voz de Diógenes, Librería Rizoma en Instagram y el Proyecto de Divulgación de filosofía con el fin que el conocimiento esté más cerca de todos.

2 comentarios sobre “La guerra y la filosofía

  1. Por desgracia, la guerra es bien racional. Muchos de los grandes inventos de que disfrutamos provienen de la investigación militar. Si no hubiera guerras, usted y yo no podríamos comunicarnos por internet. Por otro lado, sin la guerra no habría paz. Si los aliados no hubieran declarado la guerra a Alemania, ¿qué habría sido de Europa? Y la paz a veces no es posible sin armas nucleres. Rusia, por ejemplo, no podría mantener la paz en su territorio si no tuviera armas nucleares. Teniendo en cuenta el tamaño ridículo de su ejército en comparacion con la inmensidad de su territorio, las armas nucleares serían la única forma de impedir una hipotética invasión de ejércitos enemigos en caso de ser invadida en muchos puntos a la vez.

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